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Habrá que escribir para que la nada ya no esté sola, para que al menos tenga sus cuatro letras, sus dos consonantes, sus dos vocales, su acento prosódico y su nombre: nada.
Habrá que escribir para atestiguar que las cosas están donde están. Para que el mundo: posiblemente el eco y la sombra, tenga su música y su objeto: posiblemente el hombre.
Habrá que escribir, no como método de fuga, tampoco como método de búsqueda. Habrá que escribir desde el intervalo: atrás el supuesto coraje de la huida, y al frente el improbable encuentro.
Habrá que escribir para poner niebla. Sí, justo ahí, donde por alguna estúpida razón creemos que hay que escribir. De todos modos, habrá que escribir.
Entre tantas formas de empezar a escribir esto decidí empezar escribiendo: “Entre tantas formas de empezar a escribir esto decidí...”, descartando de este modo muchas posibilidades, anulando toda incómoda variedad.
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allá
acá
ahí
en todo sitio
situando lugares
asumiendo cauces
de bohemia vinosa
esponjando la fiebre
palpito en la calle
alfombrada gris pluvial
allá
acá
ahí
corpóreo hasta el tedio hondo sin fondo
epidérmico hasta la asfixia chaleco de fuerza
digestivo hasta el asco de espanto blanco
carnal hasta el hambre
hasta la sed sanguíneo
allá acá ahí
un fúnebre soplido despeina
supuestos fragmentos
óseos de ánimo
gotea el alma gotea gota a gota
egosexual
ego precipicio de mi ego
la vida: línea con extremos no explicados
antes-vida-después
vida-cable entre postes de madera-misterio
siempre me nunca mas nunca me siempre
yo en yo sólo solo para mí
poético hasta bla bla
la poesía es puro verso
versos sos ver cómo sos ver
allá
acá
ahí
ebrio hasta filosofastro
astro alto
apócrifa bida hintelektual
pensar no quiero
pienso no pensar
ni allá
ni acá
ni ahí
ya no
al menos no ya
vaya para allá
rajá de acá
sal de mí de ahí por mí
que tan sólo nací por valentía ajena
que no me saco el vivir
porque no es traje
porque la cobardía muerde
allá
acá
ahí
*
Eléctrica caricia de frondoso ronroneo.
Sensual pelaje domesticado
al antojo de mi tacto.
Admite las fulgentes curvas de tu voluptuoso pernoctar. Admite el verde escrutador de tus ojos. ¿Qué planeas para tu próxima alborada tan de luna? Mi marmórea tibia y mi delicado peroné son las columnas griegas de tu poético ocio. Le doy prioridad a la imaginación.
Hermoso felino.
Ya lo he dicho, ciertamente noble representante de la bohemia animal, alargando de norte a sur su estadía en Piernas Acariciantes City.
Deslízate hasta la cómoda
boca de tu Under París Lácteo,
y luego consume con calma
el placer que se esponja en los tejados,
ese placer que el hombre apenas
escucha en sueños.
Pues el hombre se ha disfrazado
de hombre, y los restos de su
instinto llevan máscaras de
sociedades y de épocas.
Armonía felina, presta atención a mi ronroneo humano. Despreocupado receptor de mi amor sin rieles, censura la posible saturación de mi cardíaco cauce.
Recíbeme.