
Te voy a meter perversión hasta que tu ulcerada conchita vomite corrosivas canciones de crimen y locura. No voy a tener piedad y voy a dar vueltas por el cuarto toda la noche, cocinando brebajes mágicos y poniéndome los guantes de plástico amarrillo. Así escribo y así te voy a penetrar: qué más da. No hay más remedio. No hay más enfermedad.
Hacés bien en tenerme miedo porque nada da más miedo que alguien que ya no le teme a nada. Boo! Putita de cuarta. Boo! ¿Nunca aprendiste que todo arte y toda belleza se aprecia más tras el lente del cinismo? ¿Tanto te metieron en el culo los buenos modales, las modas idiotas y la creencia en un bien colectivo?
Despertate del todo o tragate otro valium y dejame de joder. Mientras tanto voy a entalcar todo tu cuerpo dotándote de una palidez cadavérica. Mientras tanto voy a dibujarte enormes ojeras con un marcador tóxico que te hará saltar las lágrimas. Mientras tanto voy a volcar sangre bajo tu nariz. Mientras tanto voy a colgar una etiqueta con tu nombre en el dedo gordo de tu pie derecho. Ya estás desnuda y respirando como si no lo hicieras, mi bella insomne haciéndose la dormida. Mientras tanto voy a hacerte el amor como si fuera despedida, como si por fin estuvieras muerta. Y tras eyacular voy a terminar el cuento como dijiste que te gustaba: llevándome el revólver a la boca y manchando las paredes rosadas de tu cuarto. Oh, mi amor, nuestra escena del crimen. Salvaje.
Hacés bien en tenerme miedo porque nada da más miedo que alguien que ya no le teme a nada. Boo! Putita de cuarta. Boo! ¿Nunca aprendiste que todo arte y toda belleza se aprecia más tras el lente del cinismo? ¿Tanto te metieron en el culo los buenos modales, las modas idiotas y la creencia en un bien colectivo?
Despertate del todo o tragate otro valium y dejame de joder. Mientras tanto voy a entalcar todo tu cuerpo dotándote de una palidez cadavérica. Mientras tanto voy a dibujarte enormes ojeras con un marcador tóxico que te hará saltar las lágrimas. Mientras tanto voy a volcar sangre bajo tu nariz. Mientras tanto voy a colgar una etiqueta con tu nombre en el dedo gordo de tu pie derecho. Ya estás desnuda y respirando como si no lo hicieras, mi bella insomne haciéndose la dormida. Mientras tanto voy a hacerte el amor como si fuera despedida, como si por fin estuvieras muerta. Y tras eyacular voy a terminar el cuento como dijiste que te gustaba: llevándome el revólver a la boca y manchando las paredes rosadas de tu cuarto. Oh, mi amor, nuestra escena del crimen. Salvaje.
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