
era domingo hermoso día hermosa vida etcétera
y nos encontramos a las siete en el pub shangai
como lo habíamos planeado en realidad sin hacer planes
el frío prematuro
de una noche prematura
de un invierno prematuro
nos besaba los huesitos con la suavidad de un aleteo
en cuanto la vi supe que mi cordura se dormiría al besarla
y que ese sueño tan delicioso sería nuestra libertad
la misma libertad con la que caminamos hasta la costanera
y nos quedamos observando
la luna y las luces del puente colgante
que temblaban en el río
entonces
como si ya la conociera de toda la vida
le pregunté si podía besarla
ella me dijo que no pero enseguida me entregó sus labios
demostrándome que toda la felicidad de un hombre
puede caber en una divertida y espontánea contradicción
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