
Y tan sólo un par de veces
nos bastaron y sobraron.
Y tan sólo un par de veces
fuimos labios contra labios.
Yo era un arpa pectoral
con dedos tristes y torpes.
Era un barco naufragando
y el frío absurdo del norte.
Ella me usó como un bandoneón
musicalmente roto en un tango.
Te he buscado canción tras canción
bostezando el tiempo y el espacio.
Y tan sólo un par de veces
nos bastaron y sobraron.
Y tan sólo el ruido absurdo
del rugido acostumbrado.
La tragedia del payaso,
la oscura carpa y el whisky,
esa foto amarillenta
y ese día que te fuiste.
Y tan sólo un par de veces.
Ni una menos, ni una más.
Te tornaste despedida,
niebla, nube y vendaval.
Ella me usó como un bandoneón.
Fui un simple latigazo de sangre,
un portazo de ataúd y arpón,
una rústica muerte sin arte.
Se muere el Edén hermoso,
dedos muertos que nos tocan.
Es un barro delicioso
que nos mancha boca a boca.
No hay comentarios:
Publicar un comentario