domingo, 16 de septiembre de 2012

LITTLE BANG



La última bocanada de tabaco se empantana en el bostezo
mientras la noche se derrama como petróleo de estrellas.
Esto es la voluntad de lo espontáneo, la intención de lo intuitivo.
Esto es levantar el velo nupcial del absurdo
y meter lengua en su huracanada boca inconsciente.

Pego interrogantes en el mundo como un terrible infante
que llena de stickers la heladera y los muebles.
Nunca quise pensar y nunca pienso en querer.
El impulso que me mueve es el de salir a jugar
afuera del ego y estudiarme desde allí
como abriendo un sapito en la clase de biología.

Imágenes al azar.
Imágenes al por mayor.
Imágenes eyaculadas desde mi centro más lúdico.
El poema es una puerta y los vocablos sus ventanas.
Una digna casita donde me mudo los domingos
para amueblarla de angustias y alegrías
y todo el cruel abanico de emociones humanas.

Desde el mismísimo big bang se desató una cadena de causas y efectos
que muchísimos años después dio lugar a que mi cuerpo florezca como
una flor vaginal entre las piernas de mamá.

Todo es un milagro.
Todo es sagrado.
Todo es mental.

Un pensamiento siempre genera un sentimiento.
Un sentimiento nos impulsa a una acción.
Esa acción siempre tiene un efecto.
Ese efecto es nuestra circunstancia.
Y esa circunstancia es la realidad
de la cual se alimentan nuestros sentidos
para producir más pensamientos.

Escapar de ese círculo o rueda o lo que sea es imposible.
Pero creo que como seres inteligentes nuestra responsabilidad
es entender el mecanismo y usarlo para nuestro propio bien
que necesariamente se convertirá en el bien
de todas las personas que nos rodean.