domingo, 24 de octubre de 2010

SEDA Y LUNA



Insólitamente abierto al caos ordenador de los climas interiores. Poco a poco la luna me convenció. “Oh, mi pequeño vástago (decía), únete a mi circo de ángeles sin alas, participa en los espasmos de esta orgía. ¿Qué podrías perder? Adelante. Antes de que el miedo se cristalice”. Sinceramente, yo no soporté el llamado de su guiño erótico, los gestos graciosos de su blanco sexo, la electrizante caricia de su rayo carnal, tan similar al roce de la seda femenina.




jueves, 21 de octubre de 2010

INTER NOS





Sol ausente. Luna fija y parpadeante en los ojos, enumera los obvios designios a los que me expone. Abrupta caída de besos, las sedas exiliadas de nuestras pieles añejas.


¿Adónde ir cuando somos el lugar y nuestra mueca es degradante? Mañas melodramáticas y hábitos de carne te encastran en mis escritos.


El amor se viste de corazón ocioso a la sombra de nuestras costillas.




martes, 19 de octubre de 2010

CUARTETO PAREDES




Parpadeo músico del boom lunar

asado al filoso alféizar,

irrumpe con móviles pestañas

de ronco cremarme solo.

Rayado disco Paez de vinilo

babea el sueño hondo contra

las relampagosas iras

del proceloso vacío flaco.

Descompostura antiaspirina

en la melena del tosco

ánimo-gran muralla.

Aquí el melódico ronroneo-

Lennon: “All you need is love”.

Aquí la rubia nicotina-bandera

del trémulo dedo casi ausente.

Humeante ceniza de un resbalé

pulmonar al cáncer idolatrado.

Boca-tapita de boba sustancia.

Serpenteo irregular de vítreo esófago.

Mucilaginosa bodega estomacal

del fondo. Vicios hechos a la justa

medida de mi empalagoso

saltar descendente.






viernes, 15 de octubre de 2010

INTEMPERIE DEL SENTIDO (CAPÍTULO 12 -Y ÚLTIMO-)


Criatura alfombrada de gemidos, tu lejana amiga te abre la puerta con un gesto templado, como de útero amistoso en nostalgia. Te sentaste al borde del sofá quizás burlándote de la posible caída, insinuando un abismo más intrigante que tus ojos. El jazz se aceleraba espantando el miedo a lo espontáneo, despeinando la ridícula fragilidad del orden. Mojabas el dedo con tu lengua y dabas vuelta la página de esa grotesca revista de moda. Francesas lindas con bellos en las axilas, mujeres que fuman en un silencio metafísico y fotografías tomadas desde ángulos impensados. La vulnerable transparencia del ánimo contra la sabrosa opacidad de la fortaleza. Las palabras se agotaron con el saludo, sólo quedaban los ojos apropiándose de un idioma recién inventado. De pronto una mano sobre un muslo, el aliento de alguien reconociendo la forma de un cuello en porcelana. La electricidad se convertía en parte del cuerpo humano, las médulas se afinaban de acuerdo al cantar de los suspiros. Música en fuga y no hay más causas que la vida. Obedeciste como una golfa en piscinas de gin, sos la metáfora perfecta de.


Saltos y pausas. El cigarrillo humea entre mis dedos. Cadavéricos, sí, cadavéricos y aliento a morgue. Con estas cosas escribo y me planto en la muerte, la vivo y la respiro como nunca jamás podré hacerlo.


tu sombra decapitada por la puerta

inyectará magma en mis recintos

con precisión quirúrgica

limitará la intemperie:

una quinta pared donde colgar mi retrato


“Escribo sin conocer el desenlace

De lo que escribo

Busco entre líneas

Mi imagen en la lámpara

Encendida

En mitad de la noche”


OCTAVIO PAZ


La poesía es entender despojado de entendimiento, es definir, a lo largo de los versos o las oraciones, esa palabra que en realidad nunca aparece, esa palabra que apenas se insinúa en la unidad concreta del poema.


La lengua serpenteaba entre los labios de la boca vertical, reconocía los flujos por ella provocados. Eran la prolongación de Safo: ...”yo te buscaba y llegaste,/ y has refrescado mi alma/ que ardía de ausencia”. Se encontraban rodeadas de libros abiertos, de ceniceros saturados y de botellas vacías: simbolizaban el eterno fracaso de la lucidez. Así, acostadas sobre la felina alfombra, asimilaban la simetría de su amor.


Para hallar el símbolo es preciso tocar fondo, atreverse a practicar una poética incansable. Las paredes se aproximan poco a poco: claustrofobia que me obliga a practicar la intemperie.


O eran las enfermeras que desnudas y tomadas de la mano hacían una ronda infantil y entonaban una fúnebre canción: “Si las paredes hablaran contarían su horizonte./ Si las paredes hablaran contarían su horizonte”. Y yo mismo soy la distancia. Siempre hay un otro que escribe a pesar del espejo y el nombre.


El punto de fuga era un torbellino de pueriles garabatos, rojos destellos de sangre que licuaban la ilusión azul. Lógica: a alguien perfecto nada le sale mal y a alguien imperfecto le sale un producto con demasiadas imperfecciones. No sé si dios existe. Pero si existe es verdad que nos hizo a su imagen y semejanza: o sea, imperfectos. Estoy acostado en esta habitación anónima, me aferro a la breve seguridad de este tiempo y de este espacio. Somos dos excepto que estoy solo, con tu dócil mano tendida en mi vacío, con mi vacío encontrándote invisible. Desde este ángulo todo parece anulativo y feroz: dientes y espuma, sangre y delirio. Escucho pasos lejanos. Es casi como si viera el piso encerado del pasillo y los tímidos zapatos, esos que se arrastran de noche con una levedad de bailarina. Sensualidad extrema: los sentidos encuentran su intemperie y empiezan a confundir sus funciones con las funciones de los demás. Momentos efímeros de lucidez. Así es como percibo los cimientos de mi locura.


Malena derramada, abierta, entregada a los espasmos femeninos de su espejo. Acaricia la redondez de aquellas nalgas, se esfuerza en destacar la elasticidad de su deseo. Por lo tanto sus bocas bostezan: bocanadas de humo que se trenzan en el aire. Ya habían violentado su inocencia y la ingenuidad era sólo una pose, un efectivo juego de seducción. Duérmete con los labios juntos, arráncame esta tinta que blasfema, acá el silencio significa tanto como en una sesión de terapia psicológica.


Te juro que las paredes se aproximan poco a poco, adueñándose de mi espacio metafísico y aspirando las sombras inquietas de los muebles. Lo mejor será apagar el velador y someterme a la violencia del sueño. La luz del faro nunca da con mis fisuras y así ya no puedo seguir: para despertar es necesario estar dormido.


El sentido se quiebra como el otoño, pone sol en los papeles mientras bostezo su noche. La historia se enamora al ver la viscosidad de su propio proceso, pone raíces en los detalles y hasta los exagera. Conciencia es piel metafórica del cuerpo. Es por eso que me encuentro a la intemperie de mí mismo. Es por eso que me reconozco en el espacio que me sufre. El problema del silencio es la palabra silencio. Nombramos de esa forma lo que no podemos o no queremos oír, la otra voz, la que suele quedarse sin ideas pero nunca sin palabras. Malena cerró los ojos y ahí recién pudo ver: el rostro sonreía tras una pila de papeles. Yo estaba completamente dormido.