Soy un discurso que acelera su cauce en función de un sentido suicida. Hay días en los que mi estado biológico se vuelve metáfora del verbo: maquinaria nocturna que prostituye la blanca violencia de mis papeles, su textura vaginal que alucina úteros a cada paso de la voz.
Ahora la belleza insinúa un terror que de pronto parece licuar la falsa solidez de la cordura. Los muros se apresuran en ganar el cielo mientras los telones caen dejándonos del otro lado.
Él se saca los zapatos. Él enciende el ventilador. Él pone un poco de música y se acuesta sobre la cama. Él ya no quiere dormir, las líneas serpentean como lombrices ansiosas en el interior de su cráneo.
La cotidianeidad de los escenarios. Es como si fuéramos el aburrido auditorio de nuestra propia comedia.
La ausencia de sus ojos o la oscuridad de la noche.
La ausencia de su voz o la música en suspenso.
Una cita que falla
y un hombre que sufre
en la brevedad del poema.
Él estuvo solo durante toda la noche. Él miró televisión hasta quedarse dormido sobre el sofá.
yo angustioso fuego incapaz de soplarme irónico frío íntimo dador de calor leña acodada en la barra querosén soy humo subterráneo y vos límpida nube he ardido en aquel sueño donde embarrados violines definían el semblante de una vida sin rieles do-re-mi-fa-sol-la-si-yo bemol y es que estoy tan adaptado a la órbita a los vértigos de las huellas o sombras o ecos arráncame de un tirón estas sucias palabras parpadeos poéticos que me cuestan tantos cigarrillos te lo digo aunque sé que no se puede hacer nada al respecto uno es lo que es y será si es que fue puro verso mi amor puro verso y yo acá alegremente difunto cuando te escribo puro verso mi amor puro verso
Róseos labios habitados de besos que sean capaces de contener el silencio espinoso, reduciendo el fulgor poético a un gesto íntimo y correspondido.
Alargados ojos profundos que operen como espejos de mis elogiables esquirlas.
Ondulada catarata capilar que descienda entre mis dedos sin violencia y con espuma.
Curvas maduras de carnal fruto que sepan caer a tiempo, prometiendo semillas en la ceniza del deseo-fénix.
Fuego perpetuo dirigido
a la vida: línea de pólvora
con anónimo horizonte.
deseo anhelante anhelo deseoso
monstruoso
en celo
punzante
anhelo deseoso deseo anhelante
*
Soy el huésped lacerado de la imposibilidad de desplegar una escritura convincente. Quisiera un párrafo que me convenza de lo poético como espada o al menos como escudo.
Ahora es que siento como una náusea carente de vómito, una náusea espumosa que se falsea a sí misma, pues no tiene sustancia ni lugar físico, es niebla sobre niebla que no deja ver la niebla, es náusea-palabra, náusea-expresión frustrante.
Desgraciadamente poético y poéticamente desgraciado. Alimentarse de arena y clavos para defecar mariposas imaginarias: aletear inútil para mi ego de carne y hueso.
De todas maneras, continúo.
*
Entre paréntesis y al margen de lo que se representa con palomas y corazones: pacífico desplegar alas entre nubes, cardíaco sentimiento de alguien que se adjunta.
Turbulento ser verdugo de los cotidianos espejos: yo-acá se suma a yo-ahí. También aparece un tercero que se sitúa entre los dos pares de ojos: yo-en-otro-idioma que parte de un prólogo con destino a un epílogo, ambos escritos en mi lengua natal (yo).
Idiota distancia auditiva de aquella voz que sale de mi boca: río ignoto que fluye en su propio cauce tan ajeno. Ego: olla de oro al final del arco iris, línea del horizonte ante ambicioso equilibrista.
Al cobijar mi abrupta queja, por favor operen con máxima precaución: mi manso ronroneo es paralelo a mi feroz rugido. Igualmente no usen botas muy pesadas: temo que mi arrastrar-descalzo se torne incómodamente notorio (barrote).
Me sintonizaron un tango ojeroso vestido de lágrima, justo cuando mi ánimo torpe acentuó su adjetivo. Y así quedé: escudo de algodón ante lluvia horizontal de magma, burbujeando sobre el fuego de esto que me nombra (yo).
Por favor, tómense todas las precauciones, háganlo con extremo cuidado, este cadáver tiene un sismo de carne en el tórax. Toda la nada. Nada de todo. No hay palomas y no hay corazones (barrote).