miércoles, 3 de febrero de 2010

ESQUIRLAS DE ROSTRO ANTE EL ESPEJO IMPECABLE (SEGUNDA PARTE)




Róseos labios habitados de besos que sean capaces de contener el silencio espinoso, reduciendo el fulgor poético a un gesto íntimo y correspondido.

Alargados ojos profundos que operen como espejos de mis elogiables esquirlas.

Ondulada catarata capilar que descienda entre mis dedos sin violencia y con espuma.

Curvas maduras de carnal fruto que sepan caer a tiempo, prometiendo semillas en la ceniza del deseo-fénix.

Fuego perpetuo dirigido

a la vida: línea de pólvora

con anónimo horizonte.

deseo anhelante anhelo deseoso

monstruoso

en celo

punzante

anhelo deseoso deseo anhelante


*


Soy el huésped lacerado de la imposibilidad de desplegar una escritura convincente. Quisiera un párrafo que me convenza de lo poético como espada o al menos como escudo.


Ahora es que siento como una náusea carente de vómito, una náusea espumosa que se falsea a sí misma, pues no tiene sustancia ni lugar físico, es niebla sobre niebla que no deja ver la niebla, es náusea-palabra, náusea-expresión frustrante.


Desgraciadamente poético y poéticamente desgraciado. Alimentarse de arena y clavos para defecar mariposas imaginarias: aletear inútil para mi ego de carne y hueso.


De todas maneras, continúo.


*


Entre paréntesis y al margen de lo que se representa con palomas y corazones: pacífico desplegar alas entre nubes, cardíaco sentimiento de alguien que se adjunta.

Turbulento ser verdugo de los cotidianos espejos: yo-acá se suma a yo-ahí. También aparece un tercero que se sitúa entre los dos pares de ojos: yo-en-otro-idioma que parte de un prólogo con destino a un epílogo, ambos escritos en mi lengua natal (yo).


Idiota distancia auditiva de aquella voz que sale de mi boca: río ignoto que fluye en su propio cauce tan ajeno. Ego: olla de oro al final del arco iris, línea del horizonte ante ambicioso equilibrista.

Al cobijar mi abrupta queja, por favor operen con máxima precaución: mi manso ronroneo es paralelo a mi feroz rugido. Igualmente no usen botas muy pesadas: temo que mi arrastrar-descalzo se torne incómodamente notorio (barrote).


Me sintonizaron un tango ojeroso vestido de lágrima, justo cuando mi ánimo torpe acentuó su adjetivo. Y así quedé: escudo de algodón ante lluvia horizontal de magma, burbujeando sobre el fuego de esto que me nombra (yo).


Por favor, tómense todas las precauciones, háganlo con extremo cuidado, este cadáver tiene un sismo de carne en el tórax. Toda la nada. Nada de todo. No hay palomas y no hay corazones (barrote).


Ergo ego: latidos en la cárcel (candado).


b y b y b

a o a o a

r y r y r

r o r o r

o y o y o

t o t o t

e y e y e

s o s o s


*



Música-aurora cerrada por duelo.

La arcaica quietud de mi

imagen acústica se desgaja,

ahí, en las sublimes

turbulencias del terror.

Barnizado jugar

cual infante en los bordes

hambrientos del féretro.

Hun

dir

me

y apenas asomar la cabeza.

Palpando lo pálido.

Árido y llegando.

Convulso en lo oscuro.

Torturo el buen pulso.

Vivir al filo

del último desastre.

Sin embargo,

ya sangrando por el caos secular.

Mis huéspedes músicos están de luto,

con solemnes máscaras

de sombra: enemigas de la lucidez.


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