viernes, 29 de enero de 2010

ESQUIRLAS DE ROSTRO ANTE EL ESPEJO IMPECABLE



*

Habrá que escribir para que la nada ya no esté sola, para que al menos tenga sus cuatro letras, sus dos consonantes, sus dos vocales, su acento prosódico y su nombre: nada.


Habrá que escribir para atestiguar que las cosas están donde están. Para que el mundo: posiblemente el eco y la sombra, tenga su música y su objeto: posiblemente el hombre.


Habrá que escribir, no como método de fuga, tampoco como método de búsqueda. Habrá que escribir desde el intervalo: atrás el supuesto coraje de la huida, y al frente el improbable encuentro.


Habrá que escribir para poner niebla. Sí, justo ahí, donde por alguna estúpida razón creemos que hay que escribir. De todos modos, habrá que escribir.


*

Entre tantas formas de empezar a escribir esto decidí empezar escribiendo: “Entre tantas formas de empezar a escribir esto decidí...”, descartando de este modo muchas posibilidades, anulando toda incómoda variedad.


*

allá

acá

ahí

en todo sitio

situando lugares

asumiendo cauces

de bohemia vinosa

esponjando la fiebre

palpito en la calle

alfombrada gris pluvial

allá

acá

ahí

corpóreo hasta el tedio hondo sin fondo

epidérmico hasta la asfixia chaleco de fuerza

digestivo hasta el asco de espanto blanco

carnal hasta el hambre

hasta la sed sanguíneo

allá acá ahí

un fúnebre soplido despeina

supuestos fragmentos

óseos de ánimo

gotea el alma gotea gota a gota

egosexual

ego precipicio de mi ego

la vida: línea con extremos no explicados

antes-vida-después

vida-cable entre postes de madera-misterio

siempre me nunca mas nunca me siempre

yo en yo sólo solo para mí

poético hasta bla bla

la poesía es puro verso

versos sos ver cómo sos ver

allá

acá

ahí

ebrio hasta filosofastro

astro alto

apócrifa bida hintelektual

pensar no quiero

pienso no pensar

ni allá

ni acá

ni ahí

ya no

al menos no ya

vaya para allá

rajá de acá

sal de mí de ahí por mí

que tan sólo nací por valentía ajena

que no me saco el vivir

porque no es traje

porque la cobardía muerde

allá

acá

ahí


*

Eléctrica caricia de frondoso ronroneo.

Sensual pelaje domesticado

al antojo de mi tacto.

Admite las fulgentes curvas de tu voluptuoso pernoctar. Admite el verde escrutador de tus ojos. ¿Qué planeas para tu próxima alborada tan de luna? Mi marmórea tibia y mi delicado peroné son las columnas griegas de tu poético ocio. Le doy prioridad a la imaginación.


Hermoso felino.

Ya lo he dicho, ciertamente noble representante de la bohemia animal, alargando de norte a sur su estadía en Piernas Acariciantes City.


Deslízate hasta la cómoda

boca de tu Under París Lácteo,

y luego consume con calma

el placer que se esponja en los tejados,

ese placer que el hombre apenas

escucha en sueños.

Pues el hombre se ha disfrazado

de hombre, y los restos de su

instinto llevan máscaras de

sociedades y de épocas.


Armonía felina, presta atención a mi ronroneo humano. Despreocupado receptor de mi amor sin rieles, censura la posible saturación de mi cardíaco cauce.


Recíbeme.









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