la tristeza me crece desde el núcleo del corazón
desde la boca del estómago
y de los poros de la piel
como un delgadísimo sudor metafísico
la tristeza salta hacia mis ojos
y una vez en mi boca
me muerde los labios
la tristeza me pone el corazón en la garganta
y congela mis manos
que caen a un lado
para quebrarse
por el propio peso de su inutilidad
permíteme decirte
que más allá del poema
tras el sensible telón de palabras
estás leyendo a un hombre
permíteme extrañarte tanto
permíteme lo absurdo y lo sentimental
permíteme la ridícula idea
de querer morir en tus brazos
con mis lágrimas volviéndose el pan
que no supe conseguir
permíteme la inmortalidad
de quedarme en tu corazón
Miguel R. B. 07/05/2013
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