viernes, 26 de junio de 2009

ENTRE LAS PIERNAS (Ni se imaginen lo que hice cuando terminé -o acabé- de escribir este poema) Uh, perdón, ya lo hicieron ¿no?


Esta noche necesito una vagina.
Una vagina grande como una casa
donde pueda quedarme a vivir para siempre.
Una jugosa vagina insaciable
para pasar mis días
fabricando arpas con vellos púbicos
Una oceánica vagina excitada
que me moje para toda la vida.
Una vagina que haga ruiditos húmedos
mientras me arranca la médula por el pene.
Una vagina alta en calorías.
Una vagina con mucho colesterol.
Una cínica vagina
que succione con la violencia
de mil espasmos.
Una vagina que se enorgullezca
de ser la vagina más puta de todas.
Una vagina que no perdone
y que escupa en la cara
a los amigos y familiares
que quieran alejarme de ella.
Una vagina viciosa que me someta
a las temperaturas propias del infierno.
Una vagina que cierre sus labios
conmigo adentro.
Una vagina que me mate a bocados.
Una resbalosa vagina repleta de diluvios.
Una vagina, o concha, o cajeta, o tajo,
o como sea que quieras llamarla.
Una vagina que me despeine a chorros
mientras le paso la lengua.
Una vagina carnosa y bien formada.
Una vagina que me deje
mirando el teléfono
y no me llame al día siguiente.
Una vagina que se ría de mí
cuando hable de amor.
Una vagina que me deshidrate
todas las noches.
Una vagina que todas
las vaginas quieran imitar.
Una vagina superior.
Una vagina amiga.
Una vagina hermana.
Una vagina madre.
Una vagina novia.
Una vagina amante.
Una vagina puta.
Eso especialmente: puta.
Esta noche necesito una vagina.
Nada más ni nada menos.
¿Qué más querés que te diga?
¿Querés que te la dibuje?



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