sábado, 24 de octubre de 2009

CLICK -1



Factor deshumanizante. Sin lugar a dudas esa es la expresión exacta. Todos los procesos de felicidad que se accionan en mí acaban por ser el discurso vivo que me empuja al mismo, cíclico y repetido factor deshumanizante. En estos casos lo mejor es cerrar los ojos, abrir una botella sospechosa y hundirse en el sofá más cómodo de la sala. Clásico ¿no les parece? Tan clásico como someterse al aspecto más suicida de una vida astuta y sin sorpresas. Tan clásico como usar drogas de cualquier tipo reclamando un puesto en la fiebre eufórica de las más habituales frustraciones. Clásico en fin y puesto en fin gracias a la esponjosa apertura de la evasión. En el momento en que dejamos de ser marionetas ya somos caricaturas en fuga lastimando nuestro entorno con látigos de inagotable sinceridad: restos orgánicos de una razón que se abisma a su antónimo.


Es así de simple como funciona. La crueldad de las falsas apariencias nos pone sobre el escenario, nos hace repetir las mismas líneas ridículas y de pronto todos felices en su comedia. Pero tragedia agazapada. Pero ojos transparentes como enormes diques de cristal y cansancio. Pero repito que es así como funciona. Un minuto. De pronto sos esta misma oración autorretratándose en su obviedad y estupidez. Dos minutos. Sos el obturador de la cámara abriéndose con lentitud, destruyendo la posibilidad de enmarcar nuestro momento más adorable. Tres minutos. Sos la metáfora de otra metáfora de otra metáfora. Espejos enfrentados y la navaja de afeitar metiéndose en su disfraz de guillotina. ¿Has pensado qué vas a hacer al respecto? Cuatro minutos. El tiempo es un fantasma con ademanes de monóculo y galera.


Se trata de llegar a un punto en el que la muerte no es más que un mero detalle. Vivir moribundos o morir de pronto en una volcánica explosión de vitalidad. Para ser sincero tendría que callarme la boca, catalogar mis estúpidos sueños y masturbar mis fracasos hasta desmayarme. Ese es el tipo de honestidad que la gente espera. Indiferencia más indiferencia. Música de ascensor mientras desconocemos la altura de nuestra caída. La cuestión es distorsionar el estado anímico hasta confundir la clásica concepción de los símbolos. Una paloma con alas de óxido y hojalata rebanando los últimos registros crudos del amor. ¿Has considerado la idea de que en la escritura se advierte un dejo de felicidad suicida? ¿Has considerado la idea de que tu imperio se derrumba gracias al mismo peso de tu imperio? Deberías. Eso es todo lo que por ahora puedo decirte. Deberías.


Me siento como un feto mutilado en las aguas turbias de un inodoro público. Me siento como una intemperie impenetrable de cavernícolas en plena orgía. Me siento como un bandoneón que bosteza su último tango en un callejón repleto de prostitutas. La razón de todo esto es que estoy perdiendo la razón de todo esto. Soy la causa anónima de un efecto que lleva mi nombre.


Por favor. Innumerables botellas que se acumulan en los rincones de mi cuarto. Por favor. Ceniceros de los cuales brotan flores de colillas de cigarrillo. Por favor. Aferrarse bien al inodoro y vomitar el último registro ya arcaico de mi cordura. Por favor. Escondan mi corazón. Por favor. Orinen sobre mis poemas. Por favor. Manden al tacho mis dibujos. Por favor. Destruyan mi guitarra. Por favor. Tengo la sospecha de que hoy el arte es el artista. Por favor. Quiero acariciar un animal pequeño. Por favor. Quiero ronronear sobre tu falda. Por favor.


¿Cuál es el punto específico de todo esto? ¿Acaso se trata de un extenso poema en prosa? ¿Acaso se irá convirtiendo de a poco en un relato? ¿Acaso es un ensayo sobre mi desesperación o simplemente un manual de instrucciones para volverse loco? En realidad preferiría que me pongan un revólver en la cabeza y me pregunten: si te mato ahora, ¿qué tienes para decir sobre tu vida? Y esos son los momentos en los que uno se bloquea. Y esos son los momentos en que tu maravillosa vida de mierda no vale absolutamente nada.


Poner los miedos en cero. Poner las distracciones en cero. Enfocar la vida en el placer y en nuestras mínimas ambiciones. Amar sólo a los que te aman y ser un mono de laboratorio destinado a tus propios experimentos. Elevar la lucidez a un estado creativo de inteligencia emocional. Esa es la fórmula. Ese es el punto al que me abismo sin necesidad de que me empujen.


Por ahora estoy hablando solo frente al enorme espejo del baño. Contemplo la oscuridad de mis ojeras y el vacío ampliándose dentro de mis ojos. La cordura no es más que un adorno de porcelana al borde del estante. Qué bien se siente estar completamente desnudo. Sensación de nacimiento y libertad. Necesito renovar el contrato de mi parto y mi sangre y mi llanto. A veces no somos más que el fracaso de lo que pudo haber sido un glorioso aborto. Necesito esbozar una cínica sonrisa salir a la calle hola mundo cruel el espectáculo continúa.


Click. Comienzo a masturbarme y la realidad se desvanece como una torpe teoría sin fundamentos. Click. Soy el Edén y la excitante frescura de los placeres prohibidos. Click. Mi nombre es discurso continuo y mi lugar es un presente repleto de máscaras y métodos de fuga. Click hasta la náusea. Click gotera o fotografía fuera de foco. Click definitivo. Por fin para empezar. Click.


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