viernes, 2 de octubre de 2009

LA COTIDIANEIDAD DE LOS ESCENARIOS




Y en fin, soy el eco de la sombra que el holograma de aquel poema dejó, siglos atrás, al arrastrarse moribundo por las orillas de estas venas.


Escribir una especie de relato porno sobre una muchacha que viola a su propio padre. Incendiar el clásico revés de esta incestuosa cuestión.


Ideas, cabos sueltos, disparadores: LA COTIDIANEIDAD DE LOS ESCENARIOS. Qué manía esta, digo, la de fechar cada uno de mis mínimos gestos, inútiles.


La obra empieza cuando termina, cuando el telón que debe bajar no baja. Es entonces que los actores, creyendo estar en el anonimato, empiezan a vivir. El telón no cayó, los espectadores siguen allí y la inocencia de los personajes nos ofrece una ficción de carne y hueso. Título: LA COTIDIANEIDAD DE LOS ESCENARIOS. Por lo pronto todo muy feto y muy proyecto, pero ya van a ver (que me tomo un vodka y no escribo un carajo). Nos ofrecen, en bandejas de plata. Descubro el óxido de la baratija, la cola de rata en tu pollo asado.


LiterAltura del vértigo, oh dulcísimo efecto secundario.

Escritura vení para acá, sentate en mi regazo y decime torero.


a pesar de la cariciosa vaselina

escribo los puntos de cruce

los escombros de una percepción desordenada

1, 2, 3, 4, 5

sentidos de sobra

entre tanta falta

de vértigo por estas geografías.

5, 4, 3, 2, 1

(stop)


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