lunes, 16 de noviembre de 2009

CASTILLO AMARILLO




Había un castillo amarillo que roncaba a las orillas del canal por donde pasabas derretida como plástico de carne. Había momentos que se abrían como flores cardíacas dejándonos desprovistos de tenedores afilados. Por eso repito que mis besos son de humo líquido cuando los sentidos cambian el turno para poder volver a casa y animar el aniversario de su parto.

Nitroplasma de neuropsicótico
esbozo químico a los cuatros tiempos.
Duermevela desatada de la fiebre-plomo
a la cual siempre se le terminan
enredando los cables equivocados.

Estoy orinando en el espasmo lindante de toda cordura.
Este es el estado de mayor pureza, la vida sin programas instalados, la muerte sin ideas o esperanzas de salvación.

Plenitud, barquitos de papel en la cuneta, pelotas de playa con temas psicodélicos.
Toc, toc.
¿Quién es?
¿También yo del otro lado?
¿Cuál es la respuesta?
¿Cuál fue la pregunta?

Filosofía de vida: me importa una verga.
Filosofía de muerte: me importan dos.
Si así es el viaje de ida ya les digo hasta nunca jamás.

Poesía electro-punk en el aliento de mi dark queen que sostiene con notoria ebriedad su copa roja de líquido amniótico on the rocks.

Y así nos vamos dando cuenta que lo que mejor nos sale es perder el tiempo. Y así nos vamos dando cuenta que en todo baño con bidet debe haber toallas marrones.

Caca, sí, saludable y feliz caca.
Caca en culitos que ganaron premios al espanto.
Caca entre piernas lisérgicas que cambian de color
al ritmo huracanado de flatulencias musicales.

Pero estaba hablando de un castillo amarillo, de una sapita convertida en ninfómana, de pasar el día saltando entre precarios puentes de madera y cocodrilos asirenados que en este punto ya gritan basta.

Toc, toc.
Todavía no hay nadie.
Toc, toc.
Sal y limón.
Toc, toc.
No pienso volver.
El castillo amarillo ya empieza a existir.




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