jueves, 30 de enero de 2014

*

Recuerdo que el sol me llevó de la mano
hacia un patio repleto de luminosas delicias.
Recuerdo el fuego quemando todo lo innecesario
que había en mí.
Recuerdo el viento echando hacia la nada
las cenizas de mis más inútiles conceptos.

Después me nací como desde afuera,
observando impasible mi nacimiento.

Y cada vez que me siento mal
recuerdo que ya he estado (y estaré)
donde todavía no sé,
donde creo que saber
es antigua enfermedad.



                                    Miguel R. B.

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