miércoles, 8 de agosto de 2012

HISTORIA DE UN POEMA




Entro a mi pequeño departamentito
frotándome las manos de frío,
haciéndome sonar los dedos
que parecen quebrarse
como ramitas secas.

Entro a mi pequeño departamentito
echando vapor por la boca
como un barco errante
que emerge del espeso y oscuro
frío de la noche.

Entonces me paro frente a la ventana,
casi sintiéndome en un típico altillo parisino,
y dejo que la luna salte hacia mis ojos
salpicándolo todo de versos
que aletean a mi alrededor
en busca de su forma y su sentido.

Es tan maravilloso apagar la cordura
y dejarse poblar de sueños
cuyas raíces crecen como un abrazo
en torno al alma.

Es tan maravilloso fluir como un rápido de palabritas,
bajar furioso en catarata y volverme espuma caliente
que poco a poco va desapareciendo
en la majestuosa amplitud del océano.

Después estampo el papel sobre la mesa
como si se tratara de un agujero blanco,
una entrada paradójica,
una especie de puerta de escape
hacia el regreso a mí mismo.

Después camino de acá para allá
como si el espíritu me hubiese crecido de golpe,
masticando y resoplando y catando
diferentes vocablos
hasta encontrar el más fértil.
Voy a la habitación.
Voy al comedor.
Vuelvo a la habitación.
Voy al baño
y hago muecas frente al espejo.

Y así, tras haberle dado de beber
tinta china a mi metálico plumín,
seduzco a la belleza
respirándole en la nuca,
vistiéndola con las manos
de lo que me dicta
mi divertida y dramática
pero siempre fascinante
pasión por la vida.


                              Miguel R. Benitez.
                              26/06/2012

No hay comentarios:

Publicar un comentario