jueves, 9 de agosto de 2012

TROPEZÓN INESPERADO





Quiero la libertad de apagar el deseo
y echarme a dormir un millón de años
cobijado sólo por los músculos cansados
de la falsa realidad agonizante.

Quiero la libertad de desaparecer así:
creciendo como nada en el vacío.
Quiero el tropezón inesperado
y la máscara que cae
haciéndose añicos
en las baldosas del satori.

Y de pronto el milagro me es concedido
como un bocado gigante de obviedad.
Y estoy donde estoy,
haciendo lo que hago,
en este pedazo entero de mundo
como un sonámbulo feliz
que lo sabe todo
por haberlo olvidado.


                                   Miguel R. Benitez
                                   29/06/2012

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