domingo, 16 de agosto de 2009

EL AMOR INSOMNE









No dudó ni un instante. En cuanto percibió el ritmo con que ella movía las caderas al caminar, inmediatamente resolvió seguirla, por supuesto manteniendo cierta distancia. Así caminaron durante cinco cuadras, él, cada tanto, disimulaba entretenerse mirando algún escaparate.


Entrando en la sexta cuadra, ella comenzó a sospechar que alguien la estaba siguiendo. Por un descuido, seguramente provocado por el susto, se metió en un callejón sin salida.


Al rato, él interrumpió su caminata en la entrada del callejón. Miró hacia todas direcciones y lentamente se fue perdiendo en la oscuridad.


Ella temblaba junto a un enorme tacho de basura. Mientras tanto, él se le acercaba tímidamente, tratando de expresar sus buenas intenciones.


Aproximó el hocico al ano de la hembra. Olfateó y supo, agitando la cola, que ella sería la madre de sus hijos.


Abandoné mi escondite sin hacer ni el más mínimo ruido. Salí del callejón y trepándome a un árbol subí hasta el techo de una casa de familia. Vi que una sombra de gato se deslizó por el tejado. Luego vi al propietario de dicha sombra, era gris, hermoso y de movimientos ágiles.


Me agazapé tras la chimenea y comencé a tomar nota. Con el gato fue lo mismo: no dudó ni un instante.



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