jueves, 13 de agosto de 2009

HORMIGAS





Las letras son como hormigas, hileras de hormigas bohemias, o haciendo uso de un tal Cortázar: hormigas-cronopios jugando a jugar que el juego no ha terminado. Sí, las letras son hileras de hormigas, pero lo difícil es cargar hojas en sus espaldas, indicarles un camino a seguir, hacerles creer ciegamente que El Gran Hormiguero existe. Es muy complicado despiojarlas del prejuicio (probablemente acertado) de que su andar esta basado sólo en su andar, de que su camino se va formando por la haraganería de no trepar esa rama o aquella piedra, cosas que siempre caen en el peor momento, cuando uno cree que por fin está apuntando hacia algún sitio. Hormigas, sí, hilerashilerashileras de hormigas caminando sin pausa, dirigiéndose confiadas hacia quién sabe dónde.

Pero dejemos de lado el tema de las hormigas que a su vez son letras que a su vez son hormigas que a su vez… Sucede que a veces me veo seducido por la facilidad de escribir de un solo tirón, aunque al final de la soga no haya más que un deshilachado extremo de soga. Uno se siente extremadamente defraudado, pero tal vez el encanto y la espontaneidad del tirón valga la pena. Sobre cosas como esta no se puede ser objetivo, cada uno es un método, una norma más que se pegotea en las normas fijas del juego general. La verdad, ni yo me lo creo.


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