jueves, 23 de julio de 2009

EMPEZAR EL DÍA


Apenas abro los ojos la ventana me ofrece un cielo gris con edificios fálicos que apuntan hacia su centro. Mi cuerpo desnudo serpentea sobre las sábanas y soy atravesado por un escalofrío sexual, la invisible caricia femenina, el deseo creciendo entre mis piernas con ferocidad implacable, la alegría primitiva de tener una botella de vino sobre la mesa de luz. Ahora sólo basta llevar la boca hacia el pico de la botella con el gesto íntimo del beso. Sólo olfatear un poco semejante a un animal que recién reconoce el mundo que lo rodea. Después por fin derramar el trago, sentir que la lengua se estremece bajo un cielo con ojos de mujer, sentir la tibieza húmeda del beso vaginal que se aproxima. Es entonces cuando la resaca comienza a desvanecerse y camino desnudo hacia el sol de la ventana para encender un faso que ya en su aroma insinúa la simpática fortaleza del arco iris. Me convierto en un gas que erotiza todo lo que toca y recorro el mundo deteniéndome con inútil inteligencia en los detalles absurdos. Desaparecer por unos cuantos días no siempre es fácil pero puedo afirmar que es un proceso divertido que amplifica las percepciones del placer y la tragedia.

-¿Cómo andás? –dice ella. Y sacándose el pelo de la cara me da un enorme beso en los labios.

-Bien –le respondo mientras miro esos pechos que parecen leones agazapados tras los arbustos.

-¿Estuviste bebiendo? –pregunta ella.

-Por supuesto que sí. Bebiendo como un loco. Disfrutando la fatalidad hermosa de estos días que sólo van y vienen, van y vienen.

Empiezo a acariciar su cintura. Le doy una rápida palmadita en el trasero y la empujo hacia la cama. Ella se ríe y despacio comienza a desabotonar mi pantalón. Está arrodillada sobre la cama y se muerde los labios con ternura. Luego acaricia sólo con la cara el bulto que comenzaba a crecer bajo mi calzoncillo. Empieza a ronronear y se retuerce de una forma extremadamente felina. Sin dejar de moverse me mira a los ojos y sale como en un salto de su vestido. Su desnudez es luminosa y me gusta su pelo derramándose sobre sus delicados hombros. Le ofrezco mi miembro y ella sonríe con inocencia, como si fuera la primera vez, un trozo tibio de humanidad para que se divierta en esta cálida tarde de septiembre.

1 comentario:

  1. jaja! bien, fabulosas descripciones... "Disfrutando la fatalidad hermosa de estos días que sólo van y vienen, van y vienen".. (jaja!)

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