viernes, 10 de julio de 2009

METAMORFOSIS Y FUNERAL



Mis párpados bostezan la despedida,
el fúnebre asomo del nervio y la sangre.
Son ásperos golpes de rostro insumiso,
un hueco perfil de boceto distante.

Soy el espejo y la pedrada certera.
También la intemperie de calma y espasmo.
El hocico del hombre sobre la pólvora
y la prudencia animal que limpia el rastro.

He retrocedido entre sueño y ceniza
al triste delirio del útero ausente:
un cobarde fusil mirando al pasado,
el muerto en espera se aburre y no muere.

Un niño lejano define sus ruinas,
la arena y el calor, la sed y los huesos.
Escombro a escombro se apaga la memoria.
Soy danza espontánea del polvo y el viento.

Untado en la fiebre del mudo deseo,
voz de bandoneón, perfiles de ataúdes.
Quemando los llantos del parto en exilio
se trenzan con gracia mis venas azules.

El fracaso de la razón chapoteando
en las lágrimas dulces de su velorio.
No hay negros paraguas ni grises parientes.
No hay rastros del dique en el cauce sin fondo.

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